 Habrá quien me crea, y quien no. Aclarado este punto les relataré mi  encuentro con La Muerte. La encontré en una plaza de Ituzaingó frente a  un damero dibujado en la pequeña mesa de piedra. Algunos juegan ajedrez  otros damas, yo quiero jugar con Mi Muerte. La reconozco porque es  parecida a mi. Nos une un destino de mujer. Me conmueve cierta mística,  cierta creencia: ella muere un poco con cada una de nosotras.Me siento frente a ella para conversar, si ella quiere, claro. Ella está  allí atendiendo cartas y correos electrónicos: pedidos por enfermos y  desahuciados. También hay algunos que quieren saber cuándo, cómo, dónde.  Lee a todos con la misma dedicación, se nota que es un trabajo que la  apasiona. Me repito: yo estoy despierta y viva y soy la única en este  lugar que la reconoce. Se ve muy delgada y tiene esa presencia mágica  que todos le otorgamos. Siempre se negó a envejecer. Desde que tengo  memoria he visto que la han retratado vestida de negro, el mismo rostro  enjuto y una profunda determinación Divina en el gesto.Se dice que se la llevó un amor no correspondido en el principio de los  Tiempos. Pero el Tiempo es una convención humana o ¿no? Se fue y volvió:  su Superior le ha encomendado una tarea y ella parece necesitar más  tiempo que la eternidad.Hay una cierta pausa sin prisa en este encuentro fortuito. Me siento sin  pedir permiso ¿qué hago yo aquí? y me doy cuenta que estoy emocionada y  que mis pensamientos están desordenados y confusos. Yo también quiero  sabe. Tengo derecho, tuve hijos, planté árboles y escribí libros. Quiero  aprovechar esta última oportunidad que me da la vida, para conocer  mejor a esta mujer. Aunque a veces creo que es un mito.Ahora debería lograr interesarla en mis preguntas y escribir un buen  cuento, aunque sea el último, que me perpetue aunque sea póstumo ¿y  entonces? ¿A quién le va a interesar el reportaje a La Muerte? Por muy  célebre que sea. Todo el aplomo del primer impulso se desarma en mi  interior. ¿Cómo abordar a esta Muerte célebre?.Busco apoyo en el respaldo de la silla y me enderezo un poco; me la  quedo mirando seria, sin poder articular palabra. Ella sigue concentrada  en lo que hace. Repite la lectura buscando vaya a saber una qué  secretos. Todos los movimientos los hace con calmada precisión. ¿Es esta  una intromisión de la vida en la eternidad? ¿Yo desapareceré de pronto?Pierdo de a poco la timidez y sigo observándola casi con descaro. ¿Cómo  serán los pensamientos de La Muerte? Ella me mira, sorprendida, por  encima de sus papeles:—¿Compañera? —me diceEstoy confundida. Yo no estoy muerta. ¿Deberé decírselo? Creo que ella lo sabe. Sonríe. Me mira inquisitiva.Ante mi silencio ella toma la delantera:—Estoy perpleja.—dice.Comienzo a sentir algo parecido al miedo—Viniste por mí o por vos?—Yo…  señora … creo haber cumplido mi misión —estoy parapetada en un rincón  de mí misma— y estoy enferma, ya no puedo ser útil como antes, más bien  soy una carga.—¿Me equivoco o preferís morir a bajarte del caballo? —la ironía me hace sonreír——Algo así…—¿Crees ser dueña de tomar esa decisión ¿te corresponde?—Soy  dueña de mis decisiones, no me ata ninguna fe que me contradiga, doné  mis órganos, dejé los papeles en orden, no le debo nada a nadie.—¿No tenés miedo? ¿A lo desconocido? ¿Al más allá?—No,  no creo en un dios que castigue, no creo en los castigos divinos,  tampoco creo merecerlos, no he sido una santa pero tampoco he hecho daño  intencional a nadie. Mas bien tengo curiosidad. Quiero ver el universo  desde esa visión. Lo que he visto acá... se repite desde que se escribe  la historia—Como suelen decir ¿“no hay nada nuevo bajo el sol”?—Yo creo que sí, que hay mucho por ver, por aprender. Debe ser como un viaje espacial entre las galaxias.En eso caigo en la cuenta sin saber por qué, mi tiempo se termina. ¿Sabe  ella quién soy? ¿Será que a pesar de los muchos años que representa el  personaje de La Muerte, se niega a abandonar sus ideales? No conozco su  pensamiento, sólo por sus actos. Murmuro:—¡Pero usted... está hablando conmigo!—No le digas a nadie que  me viste. No te creerían o lo que es peor sí, y quizá como yo debas  afrontar la calumnia, la injuria, la infamia.Ella mira su reloj. Mi tiempo se terminó.—Señora, ¿qué pasará conmigo? ¿puedo verla otra vez?—Sí, claro,  voy a llegar en el momento preciso. Lo único que te diré es que hay  muchas vidas y muchas muertes, habrás muerto con cada pérdida y luego  renaciste y fuiste otra mujer, una y otra vez. Cada una muere como vive,  no tienes nada que temer.La Autora: Ada Inés Lerner
Habrá quien me crea, y quien no. Aclarado este punto les relataré mi  encuentro con La Muerte. La encontré en una plaza de Ituzaingó frente a  un damero dibujado en la pequeña mesa de piedra. Algunos juegan ajedrez  otros damas, yo quiero jugar con Mi Muerte. La reconozco porque es  parecida a mi. Nos une un destino de mujer. Me conmueve cierta mística,  cierta creencia: ella muere un poco con cada una de nosotras.Me siento frente a ella para conversar, si ella quiere, claro. Ella está  allí atendiendo cartas y correos electrónicos: pedidos por enfermos y  desahuciados. También hay algunos que quieren saber cuándo, cómo, dónde.  Lee a todos con la misma dedicación, se nota que es un trabajo que la  apasiona. Me repito: yo estoy despierta y viva y soy la única en este  lugar que la reconoce. Se ve muy delgada y tiene esa presencia mágica  que todos le otorgamos. Siempre se negó a envejecer. Desde que tengo  memoria he visto que la han retratado vestida de negro, el mismo rostro  enjuto y una profunda determinación Divina en el gesto.Se dice que se la llevó un amor no correspondido en el principio de los  Tiempos. Pero el Tiempo es una convención humana o ¿no? Se fue y volvió:  su Superior le ha encomendado una tarea y ella parece necesitar más  tiempo que la eternidad.Hay una cierta pausa sin prisa en este encuentro fortuito. Me siento sin  pedir permiso ¿qué hago yo aquí? y me doy cuenta que estoy emocionada y  que mis pensamientos están desordenados y confusos. Yo también quiero  sabe. Tengo derecho, tuve hijos, planté árboles y escribí libros. Quiero  aprovechar esta última oportunidad que me da la vida, para conocer  mejor a esta mujer. Aunque a veces creo que es un mito.Ahora debería lograr interesarla en mis preguntas y escribir un buen  cuento, aunque sea el último, que me perpetue aunque sea póstumo ¿y  entonces? ¿A quién le va a interesar el reportaje a La Muerte? Por muy  célebre que sea. Todo el aplomo del primer impulso se desarma en mi  interior. ¿Cómo abordar a esta Muerte célebre?.Busco apoyo en el respaldo de la silla y me enderezo un poco; me la  quedo mirando seria, sin poder articular palabra. Ella sigue concentrada  en lo que hace. Repite la lectura buscando vaya a saber una qué  secretos. Todos los movimientos los hace con calmada precisión. ¿Es esta  una intromisión de la vida en la eternidad? ¿Yo desapareceré de pronto?Pierdo de a poco la timidez y sigo observándola casi con descaro. ¿Cómo  serán los pensamientos de La Muerte? Ella me mira, sorprendida, por  encima de sus papeles:—¿Compañera? —me diceEstoy confundida. Yo no estoy muerta. ¿Deberé decírselo? Creo que ella lo sabe. Sonríe. Me mira inquisitiva.Ante mi silencio ella toma la delantera:—Estoy perpleja.—dice.Comienzo a sentir algo parecido al miedo—Viniste por mí o por vos?—Yo…  señora … creo haber cumplido mi misión —estoy parapetada en un rincón  de mí misma— y estoy enferma, ya no puedo ser útil como antes, más bien  soy una carga.—¿Me equivoco o preferís morir a bajarte del caballo? —la ironía me hace sonreír——Algo así…—¿Crees ser dueña de tomar esa decisión ¿te corresponde?—Soy  dueña de mis decisiones, no me ata ninguna fe que me contradiga, doné  mis órganos, dejé los papeles en orden, no le debo nada a nadie.—¿No tenés miedo? ¿A lo desconocido? ¿Al más allá?—No,  no creo en un dios que castigue, no creo en los castigos divinos,  tampoco creo merecerlos, no he sido una santa pero tampoco he hecho daño  intencional a nadie. Mas bien tengo curiosidad. Quiero ver el universo  desde esa visión. Lo que he visto acá... se repite desde que se escribe  la historia—Como suelen decir ¿“no hay nada nuevo bajo el sol”?—Yo creo que sí, que hay mucho por ver, por aprender. Debe ser como un viaje espacial entre las galaxias.En eso caigo en la cuenta sin saber por qué, mi tiempo se termina. ¿Sabe  ella quién soy? ¿Será que a pesar de los muchos años que representa el  personaje de La Muerte, se niega a abandonar sus ideales? No conozco su  pensamiento, sólo por sus actos. Murmuro:—¡Pero usted... está hablando conmigo!—No le digas a nadie que  me viste. No te creerían o lo que es peor sí, y quizá como yo debas  afrontar la calumnia, la injuria, la infamia.Ella mira su reloj. Mi tiempo se terminó.—Señora, ¿qué pasará conmigo? ¿puedo verla otra vez?—Sí, claro,  voy a llegar en el momento preciso. Lo único que te diré es que hay  muchas vidas y muchas muertes, habrás muerto con cada pérdida y luego  renaciste y fuiste otra mujer, una y otra vez. Cada una muere como vive,  no tienes nada que temer.La Autora: Ada Inés Lerner Source:http://brevesnotanbreves.blogspot.com/2013/08/la-muerte-camina-al-sol-ada-ines-lerner.html
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Premios, reconocimientos y publicaciones varias.
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 Re: ENCUENTRO...
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 Poetry Magazine Salomón Borrasca: LA PALABRA TIENE UN ECO Florencia ...
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